A propósito del propósito
La transformación digital está empezando a verse superada por un término aparentemente más antiguo, pero mucho más largoplacista, contundente y troncal que afecta tanto a personas como a empresas: el propósito.
Para explicar un término en positivo podemos empezar haciéndolo en negativo, esto es, tratando de aproximarnos a lo que no es. El propósito no es un tema de marketing o de posicionamiento, de marca o de imagen. Tampoco es aquello que queda reflejado en la memoria anual de la empresa, ni lo que acompaña a los manuales de responsabilidad social corporativa. Y sin embargo es algo que afecta a todos estos ámbitos. Se trata de algo que debe impactar en cada aspecto de una empresa, debe ser su razón de ser, su ADN, el porqué hacen lo que hacen del modo en que lo hacen.
Los negocios viven en una aceleración constante y en un cambio digital en estado absoluto y en permanente disrupción. Al mismo tiempo los trabajadores, cada vez con mayor insistencia, exigen saber el significado de su trabajo, en un entorno de desconfianza en el largo plazo con sus patrones.
Se hace obligado ir al origen de las cosas, a los porqués, que no son únicamente ganar dinero o generar empleo. Esos son los qués, pero hoy son del todo insuficientes si queremos tener unas empresas sanas. Y solo lo serán aquellas que entiendan que definir un propósito les va a llevar a una mejora continua en resultados y a contar permanentemente con una ventaja competitiva.
Así lo dice un estudio recientemente publicado por Harvard Business Review Analytic Services con EY, donde se concluye que las compañías que mejor funcionan y más atractivas son para los empleados son aquellas que tienen más claro su propósito y lo viven. Esa clarividencia les hace ganar más dinero, contar con empleados más comprometidos, con clientes más satisfechos y con un olfato en permanente búsqueda de la innovación y del liderazgo en la gestión del cambio.
El propósito te ayuda a definir tu estrategia e inspira motivación positiva al cambio, dando a los empleados un sentimiento de pertenencia, de estar creando valor real para el cliente y generando un impacto positivo en su comunidad.
No se trata de vender a clientes y proveedores lo que no somos, un atajo muy utilizado pero excesivamente descarado en esta sociedad cada vez más transparente, sino empezar por nuestra propia gente, facilitando dinámicas que favorezcan la creación de ese propósito y su puesta en marcha. Y parte de la clave es comenzar a ofrecer oportunidades de liderazgo y formación a nuestros empleados. Es en el seno de la organización donde debe entenderse ese porqué, para que sea creíble por todos los stakeholders.
Si llegados a este punto usted continúa creyendo que el propósito es literatura académica, pregunte a los millenials los motivos por los que eligen trabajar en una compañía en lugar de otra. Se dará cuenta de que no es solo el dinero, el coche de empresa o el branding de su marca. Háblele de su propósito y si le convence, firmará con usted. Hoy es la forma más segura de atraer y mantener talento.
En la medida en la que el propósito sea una prioridad, su empresa estará más preparada que sus competidores para liderar el cambio. El resto es dar vueltas en círculo buscando únicamente la rentabilidad, condición necesaria pero no suficiente.